jueves, 4 de marzo de 2010

Infinidad

Todo sigue igual, hundida en mi propio odio, desgarrando mis sonrisas, como si nunca hubieran existido.

Algo a cambiado. Ya no tengo ganas de llorar. Ya se me han agotado las lágrimas y han dejado un poso de autodesprecio que me envuelve como pura grasa. Ya no me duele mirarme al espejo, me recreo en ello, aumentando mi odio a cada vistazo.

Sigo igual, y aunque no he dejado de comer, como sin hambre, me atraco sin hambre, devoro sin hambre, solo para odiarme bien agusto después.

Me siento muy perdida, aunque nadie lo diría al verme. Soy la imagen de la felicidad y la dicha. Sonrisas a mansalva, risueña hasta el agotamiento, amable y dedicada. Dios, que falsa soy...

Soy puro odio y destilo amor.