jueves, 4 de marzo de 2010

Infinidad

Todo sigue igual, hundida en mi propio odio, desgarrando mis sonrisas, como si nunca hubieran existido.

Algo a cambiado. Ya no tengo ganas de llorar. Ya se me han agotado las lágrimas y han dejado un poso de autodesprecio que me envuelve como pura grasa. Ya no me duele mirarme al espejo, me recreo en ello, aumentando mi odio a cada vistazo.

Sigo igual, y aunque no he dejado de comer, como sin hambre, me atraco sin hambre, devoro sin hambre, solo para odiarme bien agusto después.

Me siento muy perdida, aunque nadie lo diría al verme. Soy la imagen de la felicidad y la dicha. Sonrisas a mansalva, risueña hasta el agotamiento, amable y dedicada. Dios, que falsa soy...

Soy puro odio y destilo amor.

viernes, 26 de febrero de 2010

Infeliz

Estoy tan cansada, tan cansada de mi cuerpo, de mi mente, de estar dando vueltas a lo mismo. Y es que no lo entiendo. No consigo comprender que pasa conmigo, como lo hago para siempre acabar con todo lo que hago, de destruir todas mis esperanzas.

Estoy bloqueada, estancada, muerta. Ya no tengo ni esperanzas y estoy a un punto de olvidarme de todo y dejar que me sepulte la comida, esconderme tras una muralla de grasa y desesperación.

Ya no puedo conmigo misma ni con mi cuerpo. Ya no puedo on mi tristeza.

Me perdí y recuperé todo y más, pero a principios de año hice el firme proposito de acabar con todo eso. Dieta equilibrada y ejercicio. Y me ha costado ponerme a ello. Son tantas las tentaciones...

Pero llevo 1 mes haciendo mi plan al pie de la letra, sin saltarme ni un solo paso, sin caprichos, sin dulces ni grasas, con ejercicio...

Y no he bajado ni un kilo.

Si fuera porque no como bien, no como poco, que no hago ejercicio, me lamentaría pero seguiría adelante. Pero que más puedo hacer?

Dejar de comer? Vomitar? No quiero volver a enfermaR, con ese odio visceral por mi vida, con esa obsesión carcomiendome, encerrandome en una cáscara donde nadie puede acceder y donde solo yo puedo hacerme daño. Pero que más puedo hacer?

Y solo tengo ganas de esconderme en algún sitio bien oscuro, sentir el infinito de mi tristeza y llorar, porque ni hambre tengo.